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Un estudio1 publicado recientemente en la Revista de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor ha puesto de manifiesto cómo la vitamina D influye en los dolores nociceptivo e inflamatorio. Asimismo, algunas investigaciones indican que los suplementos de vitamina D podrían ser útiles en el tratamiento del dolor oncológico y el dolor musculoesquelético en personas que presentan un déficit inicial de esta vitamina. En concreto, se pone de manifiesto que la suplementación con vitamina D podría reducir el dolor en pacientes con cáncer de próstata que presentan metástasis óseas. No obstante, en un ensayo reciente controlado con placebo, en el que participaron 160 pacientes con cáncer de mama en tratamiento con inhibidores de la aromatasa, no se manifestaron beneficios claros de la vitamina D en relación con los síntomas musculoesqueléticos.
Los resultados más halagüeños son de estudios clínicos en pacientes con dolor crónico que sufren fibromialgia o dolor musculoesquelético inespecífico y que tienen niveles insuficientes de 25-OHD al inicio del estudio. El dolor y la fatiga crónica son frecuentes en estos pacientes, por lo que en aquellas personas con niveles bajos de vitamina D, los suplementos de vitamina D pueden disminuir el dolor y ser una alternativa rentable o un complemento a otros tratamientos.
Sin embargo, en investigaciones en las que los pacientes ya tenían niveles adecuados o altos de 25-OHD desde el principio (100 nmol/l), no se observó ningún efecto beneficioso de la suplementación con vitamina D.
Cabe destacar que, aunque existen múltiples estudios observacionales que indican una relación entre la deficiencia de vitamina D y diversas condiciones de dolor, no existen evidencias de que exista una relación causal directa para poder establecer recomendaciones generales sobre el uso de la vitamina D en el tratamiento del dolor. Por ello, los especialistas abogan por realizar más estudios aleatorizados y controlados con placebo antes de establecer conclusiones definitivas.
En este sentido, apuntan que la vitamina D podría considerarse como una sustancia beneficiosa junto a otros tratamientos para las personas con dolor crónico que presenten deficiencia de esta vitamina, por lo que los estudios clínicos en este ámbito deberían focalizarse en pacientes con niveles de 25-OHD < 30 nmol/l al inicio y proporcionar una intervención que eleve los niveles de 25-OHD del individuo a > 50 nmol/l.
Fuentes: