Audiolibro | Pensamiento Creativo en el Ámbito Sanitario
A través de este curso revisaremos las estrategias necesarias para desarrollar un Pensamiento Creativo en el Ámbito Sanitario. Introducción Actitud creativa a la gestión de una […]
A pesar de su impacto positivo en la adherencia terapéutica y la satisfacción del paciente, la escucha activa sigue sin ocupar un lugar prioritario en la formación médica y en la práctica clínica diaria
En un sistema sanitario donde el tiempo apremia y las listas de espera crecen, una habilidad esencial sigue olvidada: la escucha activa. A pesar de su aparente sencillez, este componente de la comunicación interpersonal puede marcar la diferencia en la relación con los pacientes, la adherencia terapéutica y la satisfacción asistencial.
Según un estudio publicado en la revista Enfermería Global, la escucha activa implica “atender a la totalidad del mensaje”, incluyendo lo que se dice y cómo se dice: elementos no verbales, tono de voz, contacto visual y actitud corporal. No se trata solo de oír, sino de comprender, conectar y empatizar1.
Este enfoque comunicativo permite que el paciente perciba interés, respeto y comprensión, lo que facilita la expresión emocional y la colaboración en la toma de decisiones clínicas. En palabras de Carl Rogers, citadas por los autores del estudio, “escuchamos con nuestros oídos, pero también con los ojos, el corazón y la imaginación”1.
A pesar de la importancia de la escucha activa, la formación médica tradicional continúa centrada en el conocimiento biomédico, relegando las habilidades comunicativas a un segundo plano. Según un artículo publicado en Investigación en Educación Médica, la enseñanza formal de la comunicación en medicina en países de habla hispana es escasa, poco estructurada y, generalmente, no transversal. La autora del trabajo aboga por su integración desde los primeros años, como una competencia básica que debe evaluarse, igual que la semiología o la farmacología2.
Este déficit formativo limita la capacidad del médico para desarrollar relaciones terapéuticas efectivas. Las consultas se convierten en un simple intercambio de información con escaso margen para explorar el contexto psicosocial del paciente, donde la escucha activa sería especialmente relevante2.
La práctica clínica actual impone serias restricciones para implementar la escucha activa. En el entorno hospitalario, la media de duración de una consulta médica es de solo 7,2 minutos, mientras que los profesionales de enfermería mantienen múltiples interacciones a lo largo del día, lo que les brinda más oportunidades para escuchar activamente1.
A pesar de ello, el tiempo sigue siendo insuficiente para desarrollar una comunicación de calidad, lo que incide directamente en la satisfacción del paciente y en su comprensión del proceso clínico. El 36% de los pacientes encuestados en el estudio publicado en Enfermería Global declaró que solo “a veces” entendía lo que se les explicaba, señalando un uso excesivo de tecnicismos y lenguaje poco adaptado a su nivel cultural1.
La utilidad de la escucha activa va más allá de tener una buena educación. Tiene implicaciones clínicas directas en la adherencia terapéutica y la seguridad del paciente. Un caso clínico publicado en Pharmacy describe cómo una farmacéutica, utilizando técnicas de escucha activa, logró identificar las causas ocultas de la baja adherencia en un paciente con diabetes tipo 2 polimedicado, mejorando su comprensión del tratamiento y sus resultados clínicos3.
Este tipo de intervención demuestra que una escucha activa no solo mejora la relación clínico-paciente, sino que también puede evitar errores, readmisiones o complicaciones asociadas a una mala gestión del tratamiento. El caso clínico se resolvió positivamente gracias a la comunicación centrada en el paciente, validando sus emociones, adaptando el lenguaje y dando seguimiento a sus dudas3.
Por otro lado, una revisión sistemática publicada en BMC Health Services Research analizó el impacto de la comunicación centrada en el paciente en adultos mayores. Los resultados muestran que una comunicación empática, clara y estructurada se asocia con mejoras en la calidad de vida, comprensión del diagnóstico, adherencia a tratamientos y percepción de control sobre la enfermedad4.
Este estudio resalta que la escucha activa no es un lujo, sino un requisito esencial en poblaciones con fragilidad, multimorbilidad y dependencia, donde la correcta transmisión de la información tiene un valor clínico crucial4.
El artículo de Enfermería Global propone una guía práctica basada en diez principios para aplicar la escucha activa en el entorno hospitalario:
Aplicar estas recomendaciones contribuye a que el paciente se sienta comprendido, acompañado y parte activa del proceso asistencial, reduciendo la ansiedad y mejorando la experiencia global1.
Fuentes:
1 L1 Subiela García, J. A., et al. (2014). La importancia de la escucha activa en la intervención enfermera. Enfermería Global, 13(2), 276–292. https://www.redalyc.org
2 Petra-Micu, I. M. (2012). La enseñanza de la comunicación en medicina. Investigación en Educación Médica, 1(4), 218–224. https://www.elsevier.es
3 Dost, L. S., et al. (2025). The Power of Active Listening to Address Medication Non-Adherence During Care Transition: A Case Report of a Polypharmacy Patient with Type 2 Diabetes. Pharmacy, 13(3), 64. https://www.mdpi.com
4 Sharkiya, S. H. (2023). Quality communication can improve patient-centred health outcomes among older patients: a rapid review. BMC Health Services Research, 23(1), 886. https://bmchealthservres.biomedcentral.com