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El trabajo por turnos, sobre todo en horario nocturno, impacta en el sistema inmune a nivel agudo y crónico

Varios estudios revelan que la alteración de los ritmos circadianos derivada del trabajo por turnos altera el sistema inmune, aumentando el riesgo de infecciones, ateroesclerosis, metástasis tumoral, envejecimiento y fragilidad, entre otros

Doctora recostada sobre una mesa

Los ritmos circadianos tienen una relación directa con el sistema inmune. Los periodos rotacionales de la tierra y su periodicidad de 24 horas generan patrones diarios de luz y oscuridad con implicaciones biológicas. Esto también afecta al sistema inmune a varios niveles. Por ejemplo, los neutrófilos, principal línea de defensa del organismo, cambian en número, fenotipo y función dependiendo de estos patrones1.

Así, varios estudios analizan la relación entre el trabajo por turnos y la afectación en el sistema inmune. Y es que, estos turnos obligan a los trabajadores a cambiar sus patrones de sueño con frecuencia, lo que además dificulta conseguir una buena calidad de sueño. Al mismo tiempo, el descanso por el día puede hacer que los trabajadores estén sometidos a un mayor estado de alerta y luz, lo que además puede derivar en una privación crónica del sueño2.

Esta privación se relaciona también con accidentes laborales, enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Asimismo, aunque no se terminan de entender bien los mecanismos por los que el sueño contribuye a una memoria inmunológica eficiente o predispone al organismo a infecciones, se apunta a que el deterioro del sueño se asocia a una mayor susceptibilidad al desarrollo de la gripe u otras enfermedades infecciosas. Además, aunque se precise más evidencia, se prevé que como consecuencia de estas alteraciones en el sueño pueda aumentar el riesgo de aparición de enfermedades inflamatorias o autoinmunitarias.2

Otro estudio investigó específicamente este objeto de análisis en trabajadores sanitarios, y se observó que los que hacían turnos nocturnos tenían una duración de sueño más corta, una mayor deuda de sueño y más jet lag social. Esto repercutió en variaciones de las concentraciones de biomarcadores inmunitarios, observándose que las concentraciones sanguíneas de linfocitos totales, células T auxiliares, células B de memoria e interleucina-6 eran más bajas a las 21:00 horas, aumentando durante la noche y alcanzando sus valores más altos a las 7:00 horas, lo que difirió de los trabajadores diurnos, donde no se vio esta afectación3.

Con lo mencionado anteriormente, en el estudio enfocado en sanitarios los datos apuntaron a patrones intrincados de respuesta de los ritmos inmunoinflamatorios asociados al jet lag social, que se considera un indicador conductual del desajuste circadiano, y a las tasas de déficit de sueño en trabajadores nocturnos. Así, esta alteración en la expresión de patrones de células inmunitarias en profesionales hospitalarios que ejercen en turnos nocturnos podría aumentar la vulnerabilidad a infecciones y, por otra parte, reducir la eficacia de la vacunación.3

Más estudios han ahondado también en el impacto en el sistema inmunitario del trabajo por turnos de los profesionales sanitarios. Uno de ellos refiere que los trabajadores que ejercían turnos nocturnos presentaron una mayor cantidad de monocitos. Además, durante los tres días anteriores se observó un mayor número de linfocitos, linfocitos T y linfocitos T CD8+ que los trabajadores no nocturnos. No obstante, en cuanto a la funcionalidad de los monocitos y la respuesta proliferativa de los linfocitos T a diversos estímulos, no se observaron grandes diferencias4.

En cuanto al aumento de monocitos, que prevaleció en todos los sujetos que trabajan en el turno nocturno dentro del estudio, este se relaciona con una influencia robusta y duradera en las células inmunes innatas. Las consecuencias del incremento de monocitos, además de interferir con los mecanismos de defensa ante infecciones, pueden relacionarse con consecuencias para la salud como ateroesclerosis, metástasis tumoral, envejecimiento y fragilidad. En ratones, también se ha visto que la carencia de ciertas proteínas por alteraciones en los ritmos circadianos puede asociarse a enfermedades metabólicas y obesidad4.

Así, de estos estudios se desprende que el trabajo por turnos y los turnos nocturnos en concreto, ya sean de forma puntual o sostenida en el tiempo, pueden tener implicaciones en el sistema inmune tanto de forma más aguda como de manera crónica.


Fuentes:

1 Immunity: A neutrophil timer coordinates immune defense and vascular protection. Disponible en: https://www.inmunologia.org/images/site/revista/anteriores/38_2.pdf

2 Ciencia del sueño: Sueño, inmunidad y trabajadores por turnos: una revisión. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1984006316300815

3 Frontiers: Alteraciones inmunitarias y trabajo nocturno en profesionales sanitarios hospitalarios: los intrincados efectos del jet-lag social y la deuda de sueño. Disponible en: https://www.frontiersin.org/journals/immunology/articles/10.3389/fimmu.2022.939829/full

4 Nature: Efectos inmunológicos del trabajo por turnos en trabajadores de la salud. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s41598-019-54816-5

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Los ritmos circadianos tienen una relación directa con el sistema inmune. Los periodos rotacionales de la tierra y su periodicidad de 24 horas generan patrones diarios de luz y oscuridad con implicaciones biológicas. Esto también afecta al sistema inmune a varios niveles. Por ejemplo, los neutrófilos, principal línea de defensa del organismo, cambian en número, fenotipo y función dependiendo de estos patrones1.

Así, varios estudios analizan la relación entre el trabajo por turnos y la afectación en el sistema inmune. Y es que, estos turnos obligan a los trabajadores a cambiar sus patrones de sueño con frecuencia, lo que además dificulta conseguir una buena calidad de sueño. Al mismo tiempo, el descanso por el día puede hacer que los trabajadores estén sometidos a un mayor estado de alerta y luz, lo que además puede derivar en una privación crónica del sueño2.

Esta privación se relaciona también con accidentes laborales, enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Asimismo, aunque no se terminan de entender bien los mecanismos por los que el sueño contribuye a una memoria inmunológica eficiente o predispone al organismo a infecciones, se apunta a que el deterioro del sueño se asocia a una mayor susceptibilidad al desarrollo de la gripe u otras enfermedades infecciosas. Además, aunque se precise más evidencia, se prevé que como consecuencia de estas alteraciones en el sueño pueda aumentar el riesgo de aparición de enfermedades inflamatorias o autoinmunitarias.2

Otro estudio investigó específicamente este objeto de análisis en trabajadores sanitarios, y se observó que los que hacían turnos nocturnos tenían una duración de sueño más corta, una mayor deuda de sueño y más jet lag social. Esto repercutió en variaciones de las concentraciones de biomarcadores inmunitarios, observándose que las concentraciones sanguíneas de linfocitos totales, células T auxiliares, células B de memoria e interleucina-6 eran más bajas a las 21:00 horas, aumentando durante la noche y alcanzando sus valores más altos a las 7:00 horas, lo que difirió de los trabajadores diurnos, donde no se vio esta afectación3.

Con lo mencionado anteriormente, en el estudio enfocado en sanitarios los datos apuntaron a patrones intrincados de respuesta de los ritmos inmunoinflamatorios asociados al jet lag social, que se considera un indicador conductual del desajuste circadiano, y a las tasas de déficit de sueño en trabajadores nocturnos. Así, esta alteración en la expresión de patrones de células inmunitarias en profesionales hospitalarios que ejercen en turnos nocturnos podría aumentar la vulnerabilidad a infecciones y, por otra parte, reducir la eficacia de la vacunación.3

Más estudios han ahondado también en el impacto en el sistema inmunitario del trabajo por turnos de los profesionales sanitarios. Uno de ellos refiere que los trabajadores que ejercían turnos nocturnos presentaron una mayor cantidad de monocitos. Además, durante los tres días anteriores se observó un mayor número de linfocitos, linfocitos T y linfocitos T CD8+ que los trabajadores no nocturnos. No obstante, en cuanto a la funcionalidad de los monocitos y la respuesta proliferativa de los linfocitos T a diversos estímulos, no se observaron grandes diferencias4.

En cuanto al aumento de monocitos, que prevaleció en todos los sujetos que trabajan en el turno nocturno dentro del estudio, este se relaciona con una influencia robusta y duradera en las células inmunes innatas. Las consecuencias del incremento de monocitos, además de interferir con los mecanismos de defensa ante infecciones, pueden relacionarse con consecuencias para la salud como ateroesclerosis, metástasis tumoral, envejecimiento y fragilidad. En ratones, también se ha visto que la carencia de ciertas proteínas por alteraciones en los ritmos circadianos puede asociarse a enfermedades metabólicas y obesidad4.

Así, de estos estudios se desprende que el trabajo por turnos y los turnos nocturnos en concreto, ya sean de forma puntual o sostenida en el tiempo, pueden tener implicaciones en el sistema inmune tanto de forma más aguda como de manera crónica.


Fuentes:

1 Immunity: A neutrophil timer coordinates immune defense and vascular protection. Disponible en: https://www.inmunologia.org/images/site/revista/anteriores/38_2.pdf

2 Ciencia del sueño: Sueño, inmunidad y trabajadores por turnos: una revisión. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1984006316300815

3 Frontiers: Alteraciones inmunitarias y trabajo nocturno en profesionales sanitarios hospitalarios: los intrincados efectos del jet-lag social y la deuda de sueño. Disponible en: https://www.frontiersin.org/journals/immunology/articles/10.3389/fimmu.2022.939829/full

4 Nature: Efectos inmunológicos del trabajo por turnos en trabajadores de la salud. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s41598-019-54816-5

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