La alimentación de la madre gestante y del bebé recién nacido afecta al desempeño psicológico y físico en los siguientes años e incluso en la salud general en la edad adulta.
“Una nutrición adecuada es la clave para una respuesta inmunológica óptima, es decir, capaz de luchar contra cualquier agente extraño que suponga una agresión al organismo sin resultar dañina para nuestros propios tejidos y células”. Por ello, las científicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Ascensión Marcos, Esther Nova, Sonia Gómez-Martínez y Ligia Esperanza Díaz, manifiestan que la dieta puede ayudar a prevenir tanto patologías infecciosas como otras en las que subyacen procesos inflamatorios como la obesidad, la diabetes tipo 2, así como enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas o autoinmunes. Además, estas especialistas especifican que las células del sistema inmunológico tienen unos requerimientos de nutrientes para poder llevar a cabo sus funciones.1
La alimentación influye en la microbiota desde el nacimiento
Las científicas inciden en que esa relación se evidencia desde la época más temprana de la vida, ya que la alimentación de la madre gestante y del bebé recién nacido influye en el desempeño psicológico y físico en los siguientes años e incluso en la salud general en la edad adulta. En esta línea, Carmen Peláez, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL-CSIC), mantiene que el recién nacido recibe microorganismos procedentes de los alimentos, sobre todo de la lactancia materna, así como del exterior. La alimentación es el factor más relevante en la implantación correcta de la microbiota y la leche materna es fundamental porque sus componentes bifidogénicos favorecen el desarrollo de una microbiota adecuada, así como factores de protección inmunitaria.2
La microbiota y la depresión
Un estudio publicado recientemente en The Lancet refleja también el vínculo existente entre el desequilibrio de la microbiota intestinal y la depresión, por lo que los autores de la publicación inciden en la importancia de que ese trastorno se evalúe también en el tratamiento antidepresivo. En concreto, el documento analiza la disbiosis intestinal, desequilibrio entre la microbiota y el microbioma del aparato digestivo, especialmente en el intestino grueso.3 Asimismo, Yolanda Sanz, investigadora que lidera el grupo de Ecología Microbiana, Nutrición y Salud en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC), apunta que si se comprende, en profundidad, los procesos de comunicación entre el intestino y el sistema nervioso central se entenderán las reacciones que se producen en el organismo a raíz de situaciones traumáticas o disfuncionales para poder actuar de forma precisa sobre el problema concreto.4
1 https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/investigadoras-del-csic-explican-la-relacion-entre-la-nutricion-y-el-sistema
2 https://www.csic.es/es/ciencia-y-sociedad/iniciativas-de-divulgaci%C3%B3n/historico-de-iniciativas-de-divulgacion/el-primer
3 Gut microbiota and its metabolites in depression: from pathogenesis to treatment – eBioMedicine (thelancet.com)
4 https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/la-conexion-entre-el-intestino-y-el-cerebro-puede-proteger-la-salud-mental
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