Las enfermedades tras algunos de los artistas más reconocidos de la historia
La vida privada de los artistas de diferentes disciplinas suscita gran interés. Sin embargo, pocas veces se consigue ir más allá de las obras, dejando en el camino aspectos curiosos e importantes que ayudan a conocer mejor a grandes personajes de la historia
Haciendo una revisión de la documentación de sus biógrafos o de sus propias anotaciones, así como de las historias clínicas en los casos que ha sido posible, se han realizado diagnósticos retrospectivos identificando las posibles patologías que estos sufrían.
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) Diferentes autores han documentado las patologías que padeció el músico a lo largo de su vida. Más allá de episodios relacionados con patologías que fueron de la fiebre reumática al tifus, destaca que los indicios apuntan a que Mozart padeció síndrome de Tourette. Esta enfermedad se caracteriza por tics o por movimientos o palabras emitidas de manera involuntaria, en muchas ocasiones con carácter obsceno. Estas conclusiones se han extraído de las descripciones documentadas por sus amigos y familiares1.
Ludwig van Beethoven (1770-1827) Más allá de la sordera que padecía, ampliamente conocida, a través de sus biografías, cartas que escribió a lo largo de su vida y cuadernos de conversación que inició al perder audición, se extraen varias conclusiones. En su historia clínica se identifican síntomas como episodios gastrointestinales frecuentes compatibles con el síndrome del intestino irritable; ictericia por el alto consumo de alcohol; asma o patologías similares como disnea o dificultad respiratoria de origen psicógeno; padeció aparentemente una neumonía con dolor pleurítico a la que siguió un cuadro hepático con ascitis y presentaba signos de trastorno psiquiátricos que se asocian al trastorno bipolar. En la necropsia se realizaron hallazgos que indican que podría haber padecido arterioesclerosis, daños hepáticos y se habla de la posibilidad de enfermedad de Paget al observarse un engrosamiento de los huesos del cráneo o alguna patología vírica que le causara la sordera2.
Jane Austen (1775-1817) La escritora inglesa sufrió un grave empeoramiento de su salud en el año de su fallecimiento y los médicos sólo pudieron aliviar su sufrimiento parcialmente. Permanecía casi siempre dormida, hasta que cayó en la inconsciencia total y se deduce que estaría en un estado de ‘coma addisoniano’ propio del síndrome de Addison que es una insuficiencia suprarrenal y se estima que más de la mitad de casos de esta patología son de origen inmunitario. No obstante, revisando su clínica a posteriori, diversos expertos han señalado que la sintomatología es compatible con linfoma de Hodgkin -patología no descrita en ese entonces-, con tuberculosis bovina o incluso que fuera envenenada con arsénico3.
Federico Chopin (1810-1849) El compositor y pianista, según revisiones de su historia médica, parece ser que padecía fibrosis quística. Aunque se elucubró sobre si padecía otras condiciones como enfisema secundario a un déficit de alfa 1 antitripsina o tuberculosis -aunque los médicos que le revisaron lo descartaron-, parece ser que mostraba síntomas como el denominado tórax en barril, la delgadez de las extremidades inferiores, la fragilidad o su supuesta infertilidad, que llevan a pensar que el diagnóstico era la fibrosis quística, entidad clínica no descrita todavía en su época. No obstante, los autores de este estudio remarcan la dificultad de hacer diagnósticos retrospectivos, afirmando no poder estar totalmente seguros4.
Vincent van Gogh (1853-1890) Al pintor posimpresionista se le asocian diferentes patologías concomitantes. Desde el principio de la adultez se identificó que padecía un trastorno del ánimo (los indicios apuntan a trastorno bipolar) y rasgos de trastorno límite de la personalidad. Esto, sumado a diferentes tensiones psicosociales se apunta que fue lo que desencadenó la crisis en la cual decidió cortarse la oreja. Tras un periodo de alto consumo de alcohol acompañado de depresión, le siguió un episodio de síndrome de abstinencia en el que desarrolló rasgos psicóticos. También se ha documentado, como comorbilidad o trastorno alternativo, la posibilidad de que padeciera epilepsia focal del lóbulo temporal5.
Frida Kahlo (1907-1954) La vida de la pintora mexicana estuvo marcada por el dolor y la enfermedad. Fue a los seis años cuando se le diagnosticó poliomelitis, lo que le obligó a estar nueve meses en cama para recuperarse por lesiones, operaciones e incidencias propias de la patología. La polio le dejó una secuela permanente, la delgadez de su pierna izquierda con su consecuente debilidad, lo que le impidió hacer vida normal. Además, a los 18 años sufrió un accidente de tranvía que le provocó fracturas en la columna, el pubis y la pierna derecha entre otras, por lo que se sometió a 32 operaciones y finalmente se le tuvo que amputar una pierna. De forma retrospectiva, especialistas en fibromialgia apuntan que la artista podía padecer esta condición por sintomatología que presentaba, como el dolor crónico o la fatiga extrema, en forma de fibromialgia postraumática tras el accidente6.